El teletrabajo es una actividad laboral que se desarrolla de manera remota. Antes de la pandemia mundial del COVID-19 esta modalidad de empleo era residual, pero, con el confinamiento y la realidad que trajo consigo la pandemia, se ha convertido en una laboral cada vez más extendida. Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo señala que el teletrabajo es una subcategoría del concepto más amplio de “trabajo a distancia”.

Esta modalidad remota de trabajo tiene dos características principales: primero, el trabajo se realiza plena o parcialmente en una ubicación diferente del lugar de trabajo predeterminado.  Segundo, para la realización del teletrabajo se utilizan la telecomunicación y las Tecnologías de la Información y la comunicación, con internet y dispositivos electrónicos como computadoras, tabletas o teléfonos. 

Como se menciona anteriormente, la pandemia del coronavirus llevó a las empresas, a los trabajadores y a los consumidores a adoptar en tiempo récord nuevos comportamientos que, por el momento, se están manteniendo. Cambió la trayectoria y velocidad de tendencias que hace unos pocos años pensábamos que eran muy lejanas, pero el debate sobre esta nueva modalidad de trabajo instalada es amplio y cuenta algunos consensos, entre otros, que llegó para quedarse. 

Si bien es cierto, esta modalidad de trabajo existe desde hace décadas, ya que el avance de la digitalización y las nuevas tecnologías viene realizándose de manera progresiva, pero no ha sido hasta esta crisis sanitaria, hasta que se ha instaurado oficialmente. En el contexto del distanciamiento social, el teletrabajo se convirtió en una solución para sostener puestos de empleo y sacar adelante muchas actividades económicas. 

En cuanto a cifras se refiere, en América Latina y el Caribe se estima que mientras que en 2019 solamente un 3 % de los trabajadores practicaban esa modalidad de teletrabajo, ese número aumentó de entre un 10 a un 35% durante la pandemia. Y en la medida en la que las empresas del mundo recorren, experimentan y evalúan diferentes caminos en la construcción de nuevas normalidades con esquemas híbridos, se estima que el trabajo remoto y las reuniones virtuales van a continuar, aunque con menos intensidad que en el pico de la pandemia. 

Ventajas

Para los empleados, la flexibilidad laboral les brinda la oportunidad de adaptar sus horarios y condiciones de trabajo de acuerdo con sus necesidades y preferencias. Esto significa que pueden establecer sus propios horarios, lo que facilita la conciliación entre su vida personal y profesional. Además, el teletrabajo elimina la necesidad de desplazamientos diarios, lo que les permite ahorrar tiempo y dinero, reducir el estrés y mejorar su calidad de vida. Asimismo, al trabajar en un entorno más cómodo y familiar, los empleados suelen experimentar un aumento en su productividad y satisfacción laboral.

Por otro lado, las empresas también se benefician de esta modalidad laboral. La flexibilidad permite adaptarse rápidamente a las demandas del mercado y a las necesidades de sus empleados, lo que contribuye a la retención del talento y a la mejora del clima laboral. Además, al no tener que invertir en infraestructuras físicas para sus empleados, como oficinas o equipamiento, las empresas pueden reducir costes significativamente. El teletrabajo también fomenta la eficiencia, ya que al tener los empleados una mayor autonomía y libertad para organizar su trabajo de acuerdo con sus ritmos y preferencias, puede llevar a un aumento en la productividad y cumplimiento de objetivos.

En definitiva, esta modalidad de trabajo, que hace años veíamos muy lejana, parece que ha venido para quedarse.